sábado, 16 de noviembre de 2013

Autónomos

El pasado martes empezó la exposición de trabajos de mis compañeros de clase, sobre las distintas formas legales de empezar una empresa: sociedad limitada, sociedad anonima, sociedad cooperativa, autónomo y, también se habló, de las ayudas a los emprendedores, de reciente aparición a raiz de la crisis económica de este país.

A mí, todas estas exposiciones, me hicieron recordar mi primera experiencia como autónoma, que aprovecharé la ocasión para relatarla brevemente.


Recién había terminado la carrera de Fisioterapia en 2005, y dadas las pocas oportunidades laborales en Málaga, que estuve todo el verano moviendo CVs en Granada y en Madrid, y que un amigo de un amigo de mis padres (todo un clásico), tenía una pequeña clínica en el Rincón de la Victoria, tuve que hacer de hija de ejemplar y aceptar la proposición de alquilar la clínica.

Tenía 21 años. Contacté con una compañera de facultad y nos embaucamos en la aventurita. Tales eran las complicaciones legales, que contratamos un gestor. Mi compañera era de Alhaurin de la Torre, la clínica estaba en el Rincón y yo vivía en el Palo. Pero, por no discutir con mi compañera el gestor lo eligió ella en su pueblo. (cosa que traería problemas más tarde, pero yo en aquel entonces y tan primeriza, sólo tenía ganas de trabajar y sacarle partido a la clínica)

El trabajo iba bien. Me crecía como fisioterapeuta y sacábamos dinero. El trato con los pacientes era bueno y amigable, y la voz se corría. Así estuvimos como un año de bonanzas. Pero, a la larga, me fueron quemando las tareas internas de organización, tesoreria, limpieza, comunicación con mi compañera, con el gestor, de horarios, etc.

Me di cuenta, que por lo menos en ese momento, ser mi propia jefa no era para mí, que me estaba estancando como fisio y como persona, que había cogido el trabajo por mis padres,  y que quería salir de Málaga. Así que hablandoló con el dueño de la clínica y con mi compañera, le fui cediendo el chiringuito, para buscarme un trabajo en Francia. 

Así fue mi primera experiencia como autónoma. 
Moralejas: Para ser autónomo hay que tener ilusión y decisión. Si vas a contar con un gestor que no esté excesivamente lejos de tu lugar de trabajo o de tu casa.


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